En mi experiencia de más de diez
años como sanadora, he visto pasar muchas historias. En mi vida personal he
experimentado muchos acontecimientos también. Y en todas, sin excepción, el
protagonista es el perdón. Es tan obvio, tan simple, pero a la vez, el que más
nos cuesta reconocer y aplicar.
Las personas vemos el perdón como
una humillación, doblarle el brazo al orgullo, aceptar la derrota, declarar
debilidad. Ni qué decir en pensarlo, se siente como una losa en la espalda,
como “El Pípila”, una asfixia incómoda, pero a la vez oportuna para fingir
tener tos y “no poder hablar”. Se
siente que es más difícil perdonar que sacar la lotería.
Rupturas, desamores, silencios
forzados, abandonos sometidos, enojos crónicos, infelicidad declarada, se palpa
en todas las personas al no perdonar. Suceden tantas cosas negativas,
desgarradoras, trágicas y tristes antes de un perdón sincero.
Con el alma a flor de piel, les
comparto estas letras, porque justo acabo de pasar por un proceso de perdón muy
fuerte y fue precisamente el tiempo en que no escribí; necesitaba vivirlo en
carne propia para poder mostrarlo.
La lección que me queda, una de
tantas y guiada por mis ángeles, es que lo más importante, lo más
trascendental, lo más fuerte y difícil es perdonarse a sí mismo.
Hacer conciencia y aceptar que nos
equivocamos, uf, cómo cuesta. Pero ahí no acaba, ya que lo aceptamos y dijimos
“va, ya la regué, lo acepto”, viene el perdonarse desde el corazón, sin
autojuzgar, autocriticar, ni autorecriminar. Simplemente, dejar todo a un lado,
olvidarlo y perdonar a nuestra mente, alma y cuerpo.
Este primer paso, el más
complejo, el que a lo mejor toma más tiempo, requiere también de una
autosanación solo o con ayuda, para lograr limpiar el dolor que nosotros mismos
nos generamos y reconciliarnos con nuestro ser
.
Después, con el corazón limpio y
con la paz interna recuperada, hay que voltear a ver a los seres queridos, esos
mismos, los que más “nos han lastimado” y perdonarlos de la misma forma, sin
importar lo que hayan hecho o lo que el ego trate de sobornarnos. Esto no
quiere decir que al perdonar, debemos estar pegados nuevamente a esa persona,
porque probablemente haya alguna que ya no esté en este plano. Lo interesante
es llevar a cabo el perdón sincero en nuestra alma, con toda la conciencia
despierta para borrar todo el dolor recibido. Si se puede hacer frente a la
persona, es más sanador aún.
Durante esta prueba, que acabo de
superar, mis ángeles me mandaron frases guía, que me ayudaron a entender y
lograr perdonar desde el corazón. Las comparto con todo mi cariño y deseo de
que puedan también perdonar a esa o esas personas que tienen pendientes.
1 “El
sufrimiento es una prueba para reafirmar la fe.”
2 “El
perdón no es un acto de debilidad, es un acto de valentía y honor.”
3 “Si
Dios perdona a todos los seres humanos, sin importar lo que hayan hecho en
vida, porque todos son hijos de Él, ¿por qué ustedes no lo hacen también?”
4 “El
apego no funciona. Es como un globo de helio, si lo detienes, no se mueve; sin
embargo, si lo sueltas, éste volará. Perdona para soltar y liberarte.”
5 “El
perdón es el camino principal para llegar a la paz interior. La paz interior es
la herramienta principal para lograr perdonar.”
Por último, quiero reafirmar este
mensaje, para ayudarlos a que den el paso del perdón.
Perdonar es un acto honorable,
admirable y trascendental en la vida. Una de las principales misiones de todos
los seres humanos es venir a perdonar pendientes que traemos desde vidas
pasadas. Lograr perdonar y ofrecer una disculpa beneficia más a nuestra propia
alma que a la de la otra persona, porque se libera, se siente más fuerte, más
valiente, vuela, sonríe, se quita un gran peso de encima, se limpia, se cura y
sobretodo, da mucha felicidad.
Tere Kuri
16-mayo-2018
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