Constantemente necesitas recordar
quién eres, qué eres, de dónde vienes, palpar tu esencia, tocar el amor de Dios,
respirar la paz y la magia de la vida. Los humanos se pierden en la rutina y su
alma olvida a qué viene.
No permitas que nada ni nadie te
pierda ni opaque tu luz, por muy oscuro que parezca, por muy grave que se vea,
por muy malo que lo sientas, por muy fuerte que aparente, por mucho miedo que te dé. Todo es temporal y
son lecciones que Dios te manda para evolucionar tu alma, crecer en amor
incondicional y disfrutar la esencia de la vida.
Para lograrlo, te sugiero
reencontrarte. Tan solo busca un espacio en la naturaleza, como un parque, un jardín rodeado de árboles y pasto, un bosque, una playa, o
simplemente siéntate en el lugar favorito de tu casa y pasa un tiempo con tu
mascota.
Pisar la tierra con los pies
descalzos, acostarse en el pasto para contemplar el cielo, percibir el aire
natural, escuchar las hojas de los árboles, las aves, el agua, deleitarse ante
la belleza de las flores, sentir el ronroneo de tu gato, escuchar el respirar
de tu perro, observar cómo nadan tus peces, inmediatamente te reconectan con tu
verdadera esencia, te recuerda que eres parte del universo, palpas lo pequeño y
grande que eres a la vez, sonríes ante el redescubrimiento que eres hij@ de
Dios y te ama sin importar cuánto te equivocas.
Inhala y exhala profundo,
entréganos a los ángeles los sentimientos que oprimen tu corazón. Levántate,
porque tu misión aún no termina y reencuéntrate para cumplirla o descubrirla si
aún no lo haces.
Dios te regaló la belleza y magia
de la naturaleza para que puedas palpar su amor infinito.
Arcángel Ariel